Thursday, May 30, 2013

EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA BUENA IMAGEN Y LA COHERENCIA: PARTE 3 David gonzález ™



Por: David gonzález ™
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EL PRINCIPIO DE LA LEY DEL CÍRCULO ÍNTIMO: Recorded number: 123422#
EL PRINCIPIO DE LA LEY DEL OTORGAMIENTO DEL PODER: Recorded Number: 123423#
EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA BUENA IMAGEN Y LA COHERENCIA:
Recorded Number: 123424#         PARTE 1
EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA BUENA IMAGEN Y LA COHERENCIA:
Recorded Number: 123425#         PARTE 2
EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA BUENA IMAGEN Y LA COHERENCIA:
Recorded Number: 123426#         PARTE 3
   
     
¿Qué ES LA COHERENCIA?
Relación lógica entre la forma de pensar de una persona y su forma de actuar.

Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios.

Es la correcta conducta que debemos mantener en todo momento, basada en los principios familiares y sociales aprendidos a lo largo de nuestra vida.

Con este valor somos capaces de cumplir con mayor eficacia nuestras obligaciones, pues hace falta ser honesto y responsable; en nuestras relaciones personales es indispensable para ser sinceros, confiables y ejercer un liderazgo positivo; para nuestra persona, es un medio que fortalecer el carácter y desarrolla la prudencia, con un comportamiento verdaderamente auténtico.

En primera instancia, el problema de vivir este valor es que somos muy susceptibles a la influencia de las personas y lugares a los que asistimos; por temor callamos, evitamos contradecir la opinión equivocada, o definitivamente hacemos lo posible por comportarnos según el ambiente para no quedar mal ante nadie. No es posible formar nuestro criterio y carácter, si somos incapaces de defender los principios que rigen nuestra vida. Lo mejor es mantenerse firme, aún a costa del cargo, opinión o amistad que aparentemente está en juego.

Podemos suponer que actuando en base a nuestras propias convicciones basta para ser coherentes, pero existe el riesgo de adoptar una actitud traducida en un “soy como soy y así pienso”. Efectivamente, la coherencia exige esa firmeza y postura, pero se necesita un criterio bien formado para no caer en la obstinación.

Todo indica que en algunos momentos exigimos coherencia en los demás: recibir un justo salario, colaboración por parte de los compañeros de trabajo, que nos procuren atenciones en casa, la lealtad y ayuda de los amigos. Pero esto debe llevarnos a reflexionar si trabajamos con intensidad y en equipo, si correspondemos con creces a los cuidados que recibimos en casa, si somos leales y verdaderos amigos de nuestros amigos.

Siempre debemos estar conscientes que la coherencia hasta cierto punto es flexible. Por una parte es aprender a callar y ceder en las cosas sin importancia; pero en circunstancias en las que el prestigio y la seguridad de las personas, la unidad familiar o la estabilidad social están en juego, se tiene la obligación de enfrentar la situación para evitar un daño a los derechos de los demás. Este es el motivo por el cual, el ejercicio de la prudencia es determinante, para saber actuar acertadamente en cualquier circunstancia.

¿Qué se necesita para ser coherentes, voluntad o conocimiento de los valores?
En estricto sentido, ambos.
Voluntad para superar nuestro temor a ser “diferentes” con el implícito deseo de ser mejores y ayudar a los demás a formar los valores en su vida.
Con el conocimiento, hacemos más firmes nuestros principios, descubriendo su verdadero sentido y finalidad, lo que necesariamente nos lleva a ejercitarnos en los valores y vivirlos de manera natural.

Para la práctica y vivencia de este valor debemos considerar:

- Examina si tus actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y las personas con quien estés. Que en todo lugar se tenga la misma imagen y opinión de ti.

- Piensa en la coherencia que exiges de los demás y si tú actúas y correspondes, al menos, en la misma proporción

- Se prudente para elegir amistades, lugares y eventos. Así no tendrás que esconderte, mentir y comportarte en forma contraria a tus principios.

- Evita hacer trampa o cumplir con tus obligaciones a medias. Aunque sea lo más fácil y nadie se percate de ello por el momento.

- Procura no ser necio. Considera que algunas veces puedes estar equivocado, escucha, reflexiona, infórmate y corrige si es necesario.

- Evita discusiones y enfrentamientos por cosas sin importancia. Si hay algo que defender o aclarar, no pierdas la cordura. Serenidad, cortesía y comprensión

La experiencia demuestra que vivimos con mayor tranquilidad y nuestras decisiones son más firmes, al comportarnos de manera única; que a la larga, todos aquellos que alguna vez se burlaron de nuestros principios, terminan por reconocer y apreciar la integridad de nuestra persona. Por este motivo, la unidad de vida aumenta nuestro prestigio personal, profesional y moral, lo cual garantiza incondicionalmente la estima, el respeto y la confianza de los demás.

“Escucho tan fuerte lo que eres, que no puedo escuchar lo que dices”.
Ralph Waldo Emerson


Me han impactado dos historias que escuché de un amigo hace apenas unos días. Ambas sobre jóvenes, cada una con un mensaje capaz de estremecer a cualquiera. La primera de ellas — ¡qué misterio!—, sobre un joven que decidió secuestrar, sin motivo aparente, a un grupo de niños en una escuela de su ciudad.

Era lunes. El ambiente que se respiraba en el instituto parecía el mismo de todos los días. En medio de esa normalidad comenzaron las clases cuando, de pronto, el joven entró violentamente en uno de los salones. Todos quedaron paralizados: ¡era el comienzo de una pesadilla de largas y angustiosas horas!

Después de un tiempo, un agente de la policía logró acercarse a la puerta del aula. Desde ahí, dialogó con el secuestrador. El joven pedía dinero y la posibilidad de escapar. Pero el oficial luchaba por hacerle entrar en razón y que entendiera la absurdidad de su propósito. Con serenidad, dominio y calma logró que se rindiera sin dañar a nadie.

¿Qué lo motivó a tan espantosa acción? El mediador dice que el deseo de granjearse una fama fácil y de salir de la ingente masa de jóvenes con una vida gris. Sólo eso, sólo eso…

La segunda historia es distinta. Tiene por protagonista a un joven llamado Javier, que a los 17 años era un buen jugador de golf —sólo tenía 5 de hándicap. Este deporte lo apasionaba a tal grado que comenzó a cultivar la ilusión de dedicarse a él de modo profesional; pero un acontecimiento cambió sus expectativas.

Un día sintió que algo no iba bien en sus ojos. Acudió al doctor, quien, después de un examen, le reveló una noticia tremenda: ¡un cáncer se había desarrollado en sus nervios ópticos! El tratamiento de radiación fue inmediato, por lo que el tumor se pudo erradicar. Pero la vista no resistió, y el joven quedó en penumbra para siempre.

Javier tenía todo el derecho para quejarse de las «injusticias» de la vida. Podía haberse abandonado ante el abismo incompresible de un sufrimiento inesperado. Pero escogió un camino más apasionante: el de la lucha.

Así, a los dos años de este triste acontecimiento se lanzó a jugar golf otra vez, supliendo sus ojos por la orientación de su bastón. Actualmente  cuenta ya con 29 años, es un exitoso abogado y planea fundar una escuela de golf para invidentes.

Dos casos límite y extrapolados. Pero creo que en el fondo la vida de éstos y de todos los hombres se distingue sólo en pocas cosas.
Una de ellas son los valores que cada uno aprecia, lo cuales nos orientan para tomar las decisiones más profundas de la vida, como la de Javier. Por eso él permaneció «fiel» a sus ideales, luchando por alcanzarlos a pesar de tener mucho en contra; supo ser «sincero» consigo mismo, afrontando con «valentía y alegría» la enfermedad. Es causa de «unidad» para su familia, y goza de la «amistad» de Dios y de muchas personas.

Tal vez el mayor ejemplo de coherencia y persistencia es Abraham Lincoln. Si quieres aprender de alguien que no se dio por vencido, no busques más.
Nacido en la pobreza, Lincoln enfrentó la derrota a lo largo de toda su vida. Perdió ocho elecciones, dos veces fracasó en los negocios y sufrió un colapso nervioso.
Podría haberse dado por vencido muchas veces, pero no lo hizo, se convirtió en uno de los más grandes presidentes en la historia de los Estados Unidos.
Fue un campeón, y nunca cesó en su empeño. El siguiente es un bosquejo del camino de Lincoln hasta la Casa Blanca:

    1816: Desalojan a su familia de su casa. Tiene que trabajar para mantenerla.
    1818: Muere su madre.
    1831: Quiebra.
    1832: Se presenta para la legislatura estatal y pierde. También pierde su trabajo. Quiere entrar a la facultad de derecho, pero no puede.
    1833: Pide dinero prestado a un amigo para iniciar un negocio y al final  del año quiebra. Pasa casi diecisiete años pagando su deuda.
    1834: Vuelve a presentarse para la legislatura estatal. Gana.
    1835: Se compromete para casarse, su prometida muere y queda destrozado.
    1836: Tiene un colapso nervioso total y está en cama durante seis meses.
    1838: Trata de ser portavoz de la legislatura estatal. Es derrotado.
    1840: Trata de ser elector. Es derrotado.
    1843: Se presenta nuevamente para el Congreso, esta vez gana, va a Washington y se desempeña bien.
     1848: Se presenta para la reelección en el Congreso. Pierde.
    1849: Trata de ocupar el cargo de jefe de catastro en su estado natal. Es derrotado.
    1854: Se presenta para el Senado de los Estados Unidos. Pierde
    1856: Intenta obtener la nominación para vicepresidente en la convención nacional de su partido. Obtiene menos de cien votos.
    1858: Se presenta nuevamente para el Senado norteamericano. Vuelve a perder.
    1860: Es elegido presidente de los Estados Unidos.


"El camino era difícil y resbaladizo. Se me resbalaba un pie y sacaba al otro del camino, pero me recuperaba y me decía a mí mismo: "Es un tropezón y no una caída."         Abraham Lincoln


Con todo lo que estos héroes tuvieron que afrontar, algunos podrían volverse locos, o al menos ateos, renegados y rebeldes.
Un amigo llamado Luis, accedió a estudiar administración para satisfacer los deseos de su padre, quien esperaba darle el cargo de director de la empresa familiar cuando se retirara. Deseaba satisfacerlo y, además, asegurar su futuro.

Llevaba ya cuatro semestres de carrera, pero había algo que no terminaba de gustarle.
Poco a poco una insatisfacción interior —silenciosa y profunda como gangrena— se fue abriendo paso en su interior, creando un vacío que no lo dejaba en paz. Se dio cuenta de que en verdad ambicionaba algo muy distinto.
Sabía que estaba haciendo oídos sordos a esta queja, hasta que optó por escuchar a su corazón. Dejaría los estudios de administración para cursar la carrera que siempre había deseado: ciencias de la educación.

Al inicio sus padres no lo entendieron. ¿Qué pasaba con su hijo? ¿No quería continuar con la tradicional empresa familiar? ¿No sabía agradecer todos los sacrificios y esfuerzos que se habían hecho por él a lo largo de su vida? ¿No le interesaba tener su futuro asegurado, un puesto de trabajo prestigioso y dinero de sobra para hacer lo que quisiera?

Todo eso le importaba. Claro que el dinero y las seguridades le llamaban la atención; más por encima de todo —pero muy por encima— deseaba realizarse, quería ser «él mismo» fuera de cualquier interés mezquino. No buscaba ser profesor porque «le gustaba y ya». Más bien se sabía responsable de algo, portador de un mensaje especial, de una misión. Sí, ¡de una misión!

Este impulso lo abarcaba todo, lo sobrepasaba y lo lanzaba a una lucha implacable por afirmarse en su lugar propio. Le importaba más entregar su vida para servir a los demás a través de la enseñanza, que todo el dinero del mundo. Estaba convencido de que había un lugar en este cosmos que sólo él podía llenar. Y no estaba dispuesto a dejarlo vacío.

En una ocasión confesó a un amigo: « ¿Alguna vez te has fijado en las hojas de los árboles? Parecen todas iguales, pero no hay siquiera dos de ellas que sean idénticas. Si esto sucede con una simple hoja, ¡qué no será de los hombres!»

Se dice con frecuencia que todo hombre es un ser único en la tierra.
Pero no terminamos de convencernos de que cada uno porta una buena noticia para el mundo, un cometido que lo hace erigirse como una novedad dentro del universo.
Cada quien es único y tiene un lugar privilegiado que sólo él puede ocupar.

Por ello me congratulo de todos aquellos que, como mi amigo Luis, han sabido tomar el «toro por los cuernos» y han comprendido que su vida no es indiferente para los demás.
Hombres y mujeres valientes, audaces, que han aceptado la nada fácil misión de vivir su libertad en el amor para ofrecernos una aportación de algo absolutamente insólito: su auténtica personalidad.

No cabe duda, hay cosas para las que se nace: Ronaldo para el fútbol, Mozart para la música, Lincoln para ser presidente,  Madre Teresa para ayudar a los pobres, etc. Etc.

La coherencia es un valor poderoso. Por sí sola da a la persona un brillo especial, una atracción casi irresistible.
Tiene un precio a veces muy caro: la fidelidad a la palabra dada; mas también un altísimo premio: la felicidad.
Sí, es costoso, es admirable saber «agarrarse», saber ser fiel. Pero esta lucha es la única que garantiza nuestra libertad y, por ende, nuestra realización en plenitud.
Pero me sorprendió constatar, por medio de una encuesta, el tipo de modelos que tiene casi la mitad de los jóvenes europeos.
Y digo me sorprendió porque los resultados no fueron, ciertamente, los que yo esperaba.

Veinticinco por ciento dice que tiene como ejemplo de vida a la Madre Teresa de Calcuta.
¡Una viejecita que además de haber muerto hace tiempo, hacía todo lo posible por no sobresalir!

Pero eso no es todo: otro 24.6% afirma que Juan Pablo II es el personaje más admirable del mundo. Y no sólo porque fue un Papa estupendo, sino porque supo llegar a viejo sin perder su juventud; fue niño cuando se trataba de vivir con ilusión su ideal, y un hombre maduro cuando llegaba el momento de luchar por conquistarlo.
Así es. Las personas que han transformado verdaderamente el mundo no lo han hecho sólo por ser artistas o deportistas, Papas o monjas fundadoras. Lo han logrado, sobre todo, porque han sabido ser fieles a sí mismas y han luchado por ser coherentes con sus deseos más íntimos.
Son hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí, buscando sólo hacer el bien, y fueron consecuentes con sus convicciones.

Sí, las luces, las cámaras y los aplausos llaman la atención, deslumbran y ensordecen. Pero lo extraordinario es que a los verdaderamente jóvenes —aquellos que desean sacarle aún más jugo a la vida— necesariamente les atrae mucho más una personalidad tan coherente, sólida como una roca y llena de un amor que jamás pierde su frescura.

«El mundo está lleno de gente que habla de lo maravillosa que es el agua, pero ni siquiera toman agua.
En definitiva, lo que cuenta para llegar a ser un héroe no es lo que brilla, sino lo que se lleva por dentro.
«Si estás buscando una vida fácil, lo tuyo no es el liderazgo y la coherencia. Por lo menos haz una opción.
Si la vida de liderazgo y la coherencia, no es para ti, entonces haz otra cosa.
Pero si vas a decir que eres líder, vive como tal. Vive tu vida coherentemente, como un líder.
Eso es lo que necesitamos. Necesitamos guerreros. Necesitamos líderes coherentes en la tierra ahora. Los necesitamos urgentemente».

Da gusto saber que aún puede encontrarse gente coherente consigo misma. Personas sin complejos ni apocamientos,  ni pichicateces.
David gonzález ™

Tuesday, May 21, 2013

Carta a mi hijo en el día de su graduación Mayo 21 2013. por: David gonzález ™


Carta a mi hijo en el día de su graduación.  Mayo 2013. por: David gonzález ™
Hola Hijo:
Hoy siento la necesidad de expresarte cuanto te quiero y cuanto te admiro.                          
Sé muy bien que el camino del adolescente es difícil de transitar. Lo sé porque lo he recorrido. También es difícil la labor de ser madre. He visto caer algunas estrellas del cielo, y quebrarse muchos bastones en los cuales uno confiaba, para poderse sostener.
Me equivoqué mucho en la vida y seguramente me habré equivocado muchas veces contigo, habrás sentido que no todas las veces fui justa o no me comporté como tú hubieses querido, pero daría no solo lo que tengo materialmente, sino hasta mi propia vida por ti.
Espero se te cumplan todos tus sueños, pues esos serán mis sueños, que logres todas tus metas porque serán las mías. Que haya otro día o muchos más para recibir reconocimientos y medallas.
Sé en esta vida lo que quieras ser, pues recuerda siempre que “El hombre es su medida” Si piensas en grande, serás grande y si grabas en tu mente “yo puedo” tú podrás. Nada es grande si no es bueno y nada es verdadero sino es permanente.
Hijo mío, tu no eres, ni cobarde ni irresponsable, por lo tanto la puerta que se te abre en esta etapa de tu vida te muestra el camino a tu destino. Depende de ti como lo transites, pero cada paso que des, que sea con una pisada fuerte y segura, con la plena confianza que estaré a tu lado siguiendo tus huellas y que esas huellas serán las que dejarás a los demás.
Aprende con ganas los buenos ejemplos ajenos, escucha a los demás con atención cuando se hable de sabiduría, dicha humana, generosidad, libertad, virtud, necesidad, pero siempre atento, porque como dice el refrán no todas las nubes llevan agua.
Hijo del alma, de más esta decirte que alabaré tus éxitos y sufriré si en algo fracasas, pero seré siempre cómplice en ambos casos, tanto en lo bueno como en lo malo seré tu madre incondicional. Tus responsabilidades serán mayores, por esa razón deberás reflexionar antes de actuar, deberás también medir la consecuencia de tus actos, aprenderás que se puede ser valiente sin arriesgar inútilmente la vida, que no serás menos hombre porque llores, que vale más la pena ganarse el respeto de un enemigo que la adulación de un amigo, que se puede ser justo sin ser implacable, discreto sin ser retraído y aprenderás que no estás solo en este mundo, que eres parte importantísima de mi y de tu familia, los que te apoyararemos incondicionalmente en todo y para siempre.
Podría seguir escribiendo ¿Pero que más podría decirte que ya no te haya dicho?
Seguiría enredándome en una madeja de palabras, terminaría repitiendo frases trilladas y omitiría otras estrujadas en mi corazón. Solo me resta pedirte que, aún cuando ya no tengas ganas de seguir adelante, y seas ese profesional que quieres ser, no dejes de abrazarme y mimarme como lo haces hoy.
Hijo, nunca está de más repetir:            Te amo.
                                                                                  Mamá

Wednesday, May 15, 2013

EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA BUENA IMAGEN Y LA COHERENCIA: PARTE 1 Por: David gonzález ™




Por: David gonzález ™



Para escuchar estas TELECONFERENCIAS EDUCATIVAS GRABADAS
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EL PRINCIPIO DE LA LEY DEL RESPETO: Clave: 123417#
EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA INTUICION: Clave: 123418#
EL PRINCIPO DE LA LEY DEL MAGNETISMO: Clave: 123420#
EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA CONEXIÓN: Recorded number: 123421#
EL PRINCIPIO DE LA LEY DEL CÍRCULO ÍNTIMO: Recorded number: 123422#
EL PRINCIPIO DE LA LEY DEL OTORGAMIENTO DEL PODER: Recorded Number: 123423#

EL PRINCIPIO DE LA LEY DE LA BUENA IMAGEN Y LA COHERENCIA:

Recorded Number: 123424#        

PARTE 1

La gente hace lo que ve, o lo que es lo mismo, hay que predicar con el ejemplo.

La imagen personal es la carta de presentación que usted tiene hacia su entorno:
Sus clientes, proveedores, entidades financieras, sus colaboradores, etc., y no siempre es transmitida tal y cómo usted desea.
A través de este medio, usted podrá mejorar su imagen y proyectar confianza, aquí encontrará información, técnicas y consejos que le permitirán controlar el cómo los demás le perciben, porque es diferente lo que usted desea decir con su forma de ser, de estar o de vestir y otra muy diferente lo que su entorno recibe.
Decir a alguien que no le gusta la forma en la que viste, que algunos modales no son los mejores o que no se comunica de la forma adecuada o como a usted desea, es una tarea poco agradable y que puede producir algún que otro rechazo.
Primeramente vamos analizar nuestra Imagen personal como un ACTIVO.
La imagen personal, es un activo muy importante a cuidar
Cuando un líder crea un grupo o una empresa se ocupa de dotar a ese grupo o empresa de una imagen por la que sea reconocida y que le permita perdurar en el tiempo.
También eligen a las personas adecuadas para desempeñar las diferentes funciones necesarias y que sean los mejores, para llevar a buen puerto su nave.
¿Pero, como te ocupas de preparar y formar a tus colaboradores en transmitir una buena imagen personal?

La imagen que otras personas reciben de ti viene dada por muchos aspectos, y lógicamente el primero, es su aspecto exterior.
Cuidar el vestuario y la higiene personal es muy importante, pero una vez salvadas las presentaciones formales, entran en acción otros elementos como: la comunicación verbal y cómo habla tu cuerpo por sí mismo, tu educación, como te comportas, la seguridad que tienes a la hora de presentar el tema que llevas a una reunión, al final de todo, lo que estás transmitiendo es tu personalidad y tu Ser, saber y hacer.

Algunos de los valores y comportamientos que se deben cuidar y perfeccionar son:

La cortesía y la buena educación:

La vida es como un espejo, cuando nos dirigimos a una persona y somos amables y educados, la otra persona, en la mayoría de los casos (siempre hay excepciones) nos contesta de la misma manera. La cortesía y la buena educación reflejan calidad de vida en una persona. Evidentemente los hábitos que arrastramos desde nuestra infancia, hacen más o menos fácil su posterior desarrollo. Hay veces que las urgencias en el trabajo nos impiden que esto sea posible, y que en alguna ocasión se pierdan las formas, pero si tenemos buena voluntad, y nos esforzamos en aprender o practicar, lo conseguiremos.

El dominio de sí mismo:

Todo el mundo tiene la necesidad de expresar sus sentimientos, ya que en la vida hay momentos de alegrías y de penas, pero también nos encontramos en situaciones de rabia, ira, frustración, etc.
El dominio de sí mismo y nuestro temperamento, influyen considerablemente, en el modo de exteriorizar los sentimientos, siendo siempre necesario un cierto control a la hora de saber expresarnos de forma adecuada, elegante y educada.
Carecer de este dominio puede llevar a situaciones no demasiado buenas, transmitiendo a los demás una imagen no favorable. Algunos ejemplos: estallar en una sonora carcajada, romper a llorar con estruendo, recibir una noticia abriendo la boca o llevándonos las manos a la cabeza, dejarse caer en una silla, dar una patada a algún objeto de la oficina, etc.
Seguramente en alguna ocasión, habrá vivido una situación de descontrol en su oficina, ante una noticia desfavorable o un error, en donde una persona encolerizada reprende a otra en presencia de todos. Dominar esta ira inicial, apartar a la persona o personas implicadas para exigir responsabilidades, es bastante más efectivo, si se hace en privado y con calma.

La serenidad:

Otro valor que se debe cuidar con esmero es la serenidad. Ser apacible y sosegado transmite a los demás, una imagen de paz mental y espiritual, además de un gran equilibrio de la persona.
Cuando se lidera un equipo humano, transmitir serenidad en situaciones complicadas puede contribuir a encontrar mejores soluciones.
En tu vida te habrás encontrado en algunas discusiones acaloradas, donde cada vez que uno habla, el otro lo hace más alto.
Demostrar nuestra educación y templanza, responder de forma educada y aceptar con diplomacia que el interlocutor puede tener razón, hará que salga serenamente de esa conversación, saliendo vencedora la elegancia.

El saber escuchar:

Ahora pasemos a otra cualidad que se debe trabajar y que casi siempre, se suele pensar que somos los mejores en ella, saber escuchar. Cuantas veces nos hemos visto en una situación en donde nos están hablando y ante una pregunta de nuestro interlocutor, no somos capaces de contestar. Es importante para poder mantener una conversación, escuchar, porque de esta manera se podrá debatir o replicar, transmitiendo así un gran interés por la persona con la que se está conversando. Se debe evitar, interrumpir continuamente una conversación introduciendo otros temas o no dejando terminar las frases a la persona con se conversa. Es bastante descortés y además, transmite una imagen muy superficial.

La comprensión:

¿Quién en un momento de su vida no ha cometido un error? Yo creo que casi todos en nuestro quehacer diario lo hemos cometido, pues bien, ¿cuánto hubiéramos agradecido que no nos apabullaran culpabilizándonos? Pienso que mucho.
La comprensión es otro elemento a cuidar y se produce, cuando se pasan por alto de manera elegante las equivocaciones ajenas, de tal forma, que no se les dé mucha importancia y seguro que encontramos alguna explicación airosa para despejar situaciones difíciles. Evidentemente, los errores no se deben tapar, pero en muchas ocasiones se consigue más, ayudando a la persona a corregir el error, que responsabilizándola por lo que ha hecho.

La discreción:

Si desea que los demás confíen en usted, uno de los valores que debe tener muy presente es la discreción. Es una cualidad que no tiene precio y consiste en no revelar, a quien no se debe, asuntos que se conocen por la profesión o situación en la que uno se pueda encontrar.
También se deben evitar preguntas que denotan un afán de curiosidad innecesaria o impertinente. Una persona discreta transmite seguridad, mientras que al contrario, puede ser percibida como un peligro en cualquier relación.

Otros valores que harán que la imagen que perciban los demás de usted, mejore de forma ostensible son:
La sencillez, que permitirá que le respeten y reconocer los valores de los demás.
La concisión, que demostrará la importancia que da al tiempo ajeno.
El optimismo, que hará que sea como un imán para otras personas que se sentirán animadas y motivadas a relacionarse con usted.
También quisiera destacar una cualidad que en algunas civilizaciones se cumple y es respetada por todas las personas, mientras que en otras, se lleva de una manera muy flexible, estoy refiriéndome a La Puntualidad. Creo que es una norma elemental de cortesía, ya que hacer esperar a otras personas es una desconsideración, al quitarles un tiempo que podían haber empleado de otra manera. Además, transmitir la sensación de tener mucha prisa y de ir corriendo a todos los lugares, es una cuestión que debemos evitar.
Y por último, me gustaría destacar La Amabilidad y La Cordialidad como valores que denotan una buena educación.
Potenciar estas cualidades en la persona, la hace más atractiva. Cuando alguien es amable, logra que los que tiene alrededor, se encuentren a gusto y se crea un clima cálido y mucho más productivo.
Ser cordial implica hacerse cargo de la situación de cada persona tratando de ayudarla.

Trabajar los valores que se han descrito contribuye a ser una persona mejor. Además, fomenta y transmite una imagen positiva y profesional de los hombres y las mujeres, que cada día tienen que encontrar nuevas referencias para buscar esa motivación que les impulse a llevar a cabo su vida profesional, personal o laboral.
Mimar su mente y lo que siente, es un buen comienzo para mejorar su cuerpo, lo que le llevará, a que la percepción que los demás tengan de usted, sea mejor y contribuirá a elevar su autoestima y sus relaciones.

CONTINUARA………………………………David gonzález ™