¿Somos siempre las mismas personas?
Por: David gonzález ™
Teseo, un héroe de la antigüedad, lleva su barco a
reparar. Cada viejo pedazo de madera se arranca y se pone uno nuevo en su
lugar. Con el tiempo el trabajo se ha completado, y el barco zarpa.
Sin embargo, en tierra alguien reúne las piezas viejas y
arma otra embarcación. Entonces, ¿cuál es el verdadero barco de Teseo?
El que se hizo el
material viejo y original, se podría decir. Pero eso no es lo que piensa Teseo:
El cree que su barco ha sido renovado no sustituido.
Este barco es
un ejemplo entre los más grandes filósofos de la historia sobre la identidad de
las cosas que crecen.
Un grupo
defendía que el barco continuaba siendo el mismo, mientras el otro aseguraba
que no lo era."
Esto se puede
traducir en la siguiente pregunta:
¿Estaríamos en presencia del mismo barco si se hubieran
reemplazado cada una de las partes del barco una a una?
Existe además
una pregunta adicional: si las partes reemplazadas se almacenasen, y luego se
usasen para reconstruir el barco
¿Cual de ellos, si lo es alguno, sería el barco original de
Teseo?
El filósofo
griego Heráclito tomó una visión opuesta de la identidad afirmando que:
"Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces,
porque ni el hombre ni el agua serán los mismos."
Plutarco
también nos informa de la declaración de Heráclito de pararse dos veces en el
mismo río, citando que eso no se puede hacer porque "se dispersa y se
junta de nuevo, y se acerca y retrocede."
John Locke propuso
un escenario concerniente a un calcetín favorito al que le sale un agujero. El
reflexionaba sobre si el calcetín podría aún ser el mismo después de que se
aplicara un parche en él. Si así era, ¿podría
entonces seguir siendo el mismo calcetín después de que se le aplicara un
segundo parche?
¿Podría, en efecto, seguir siendo el mismo calcetín varios
años después, incluso después de que todo el material del calcetín fuera
reemplazado por parches?
"La vieja
hacha del abuelo" es una expresión coloquial de origen desconocido que
describe algo a lo que le queda poco de la original: "ha tenido tres nuevas cabezas y cuatro nuevos mangos pero aun es
la misma vieja hacha."
La frase
también ha sido usada en bromas como: "Esta es el hacha original de George
Washington...", mientras se sostiene un hacha evidentemente nueva.
Muchos objetos
pueden caer en la paradoja de Teseo: edificios, automóviles, libros y todo lo
concerniente a la tecnología, como los teléfonos celulares por ejemplo, pueden
sufrir un reemplazo completo y aún mantener algún aspecto de su identidad;
negocios, colegios y universidades cambian frecuentemente de direcciones y
residencias, "reemplazando" así completamente su antigua estructura
material por una nueva, y siguen manteniendo el mismo propósito y
frecuentemente la misma gente que mantenía a la organización funcionando como lo
hacía. Si dos negocios se juntan, sus identidades se juntan (o uno es consumido
por el otro). De manera similar, el cuerpo humano constantemente crea, a partir
de los materiales construidos, nuevas partes componentes, células; mientras las
células viejas mueren. El promedio de edad de las células en un cuerpo adulto
puede ser de menos de diez años.
Si relacionamos
la identidad a las acciones o fenómenos, la identidad se vuelve incluso más
difícil de comprender. Dependiendo de la perspectiva escogida por uno de qué es
lo que identifica o continúa un huracán, si un huracán “David” se desata en un
lugar concreto y entonces otro huracán se forma en el mismo lugar o cerca de
él, una persona puede ser totalmente coherente en escoger llamar al huracán
final igual que al primer, o escoger llamar a ese último con un nuevo nombre:
"Frank", "José" o "John".
De acuerdo con
el sistema filosófico de Aristóteles y sus seguidores, hay cuatro causas o
razones que describen una cosa; estas causas pueden ser analizadas para
conseguir una solución a la paradoja.
La Causa Formal o forma es el diseño de una cosa, mientras que la Causa Material es
la materia de la que está hecha la cosa. El Barco de Teseo, en un sentido
limitado, podría ser descrito como el mismo barco, debido a que la causa
formal, o diseño, no cambia, incluso aunque el material usado para construirlo
pueda variar con el tiempo. De la misma manera, un río tiene la misma causa
formal, aunque la causa material (el agua contenida en él) cambie con el
tiempo. Otra de las causas de Aristóteles es el fin o La Causa Final, el cual es el propósito previsto de una
cosa. El Barco de Teseo podría tener el mismo fin, esto es, transportar a
Teseo, incluso pese a que su causa material pudiera cambiar con el tiempo. La Causa Eficiente es cómo
y por quien está hecha una cosa, por ejemplo, como artesanos fabricaron y
montaron alguna cosa; en el caso de El Barco de Teseo, los trabajadores que
construyeron el barco en primer lugar podrían haber usado las mismas
herramientas y técnicas para reemplazar los tablones en el barco.
En el caso del
río de Heráclito nos tropezamos con 2 definiciones de "lo mismo". Por un lado, las cosas pueden ser cualitativamente iguales,
solo por el hecho de tener las mismas propiedades. Por otro lado, ellas podrían
ser numéricamente las mismas siendo "una".
Por ejemplo,
considere 2 pelotas que se ven idénticas.
Ellas son cualitativamente pero
no numéricamente las mismas. Si una de las pelotas fuese
entonces pintada de un color diferente, ésta sería numéricamente la misma que
existía antes, pero no cualitativamente igual a su pareja.
Dado este
argumento, el río de Heráclito es cualitativamente, pero no numéricamente,
diferente para el momento en que uno da el segundo paso dentro de él. Para la
paradoja de Teseo se cumple la misma verdad.
Este concepto
puede diferir en culturas diferentes. Como muestra esta anécdota, parecería que
en Asia esto no constituye una paradoja. Douglas Adams en su libro: Last Chance
to see, relata:
Yo recuerdo que
una vez en Japón, fui de visita al Gold Pavilion Temple en Kyoto y me
sorprendí al observar lo bien que el templo había resistido el paso del tiempo
desde que fuera construido en el siglo catorce. Entonces me explicaron, que en
realidad el edificio no había resistido, ya que de hecho se había quemado hasta
los cimientos dos veces durante este siglo. Por lo que le pregunté a mi guía
japonés "¿O sea que no es el edificio original?".
"Al
contrario, por supuesto que es el original", me contestó, un tanto
sorprendido por mi pregunta.
"¿Pero no
se incendió?".
"Sí".
"Muchas
veces".
"Y fue
reconstruido".
"Por
supuesto. Es un edificio histórico importante".
"Con
materiales completamente nuevos".
"Por
supuesto. ¡Si se había incendiado!".
"Pero
entonces, ¿cómo es posible que sea el mismo edificio?"
"Siempre
es el mismo edificio."
Y tuve que
admitir que este era un punto de vista perfectamente racional, solo que partía
de un postulado completamente inesperado. La idea del edificio, la finalidad
del mismo, y su diseño, son todos conceptos inmutables y son la esencia del
edificio. El propósito de los constructores originales es lo que sobrevive. La
madera de la que está construido decae y es reemplazada todas las veces que sea
necesario. El preocuparse por los materiales originales, que solo son recuerdos
sentimentales del pasado es no saber apreciar al edificio."
La Histología,
ha demostrado que con diferentes velocidades, las células de nuestro
cuerpo, se reemplazan, en una gran mayoría, cada menos de 7½ años y las células que no se reemplazan por completo
(por ejemplo las neuronas) reemplazan sus componentes (átomos y moléculas)
en los procesos fisiológicos normales, en un lapso similar.
De lo dicho, se
concluye que el cuerpo que estamos viendo en el espejo, al igual que la Paradoja
de Teseo, es completamente distinto del que vimos hace 7 años o más y es
distinto del que veremos dentro de 7 años o más.
Una analogía de este dilema lo provee la literatura
infantil inglesa, cuando el oso Paddington fue al banco británico a retirar 5
libras esterlinas de su cuenta y se sorprendió al darse cuenta… de que el
billete que le dieron no era el suyo. Es decir, no el que había depositado
tiempo atrás.
El problema de la materia siempre cambiante fue planteado
por el filósofo inglés Thomas Hobbes a mediados del siglo XVII, y aunque
pudiera parecer muy abstracto, nos afecta incluso como personas. Después de
todo, prácticamente todas las células de nuestro cuerpo cambian o se renuevan
en el transcurso de nuestras vidas. Aún así, ¿Seguimos siendo las mismas personas?
A donde quiero llegar con este articulo, es a
trasmitirles mi pensamiento en que nada es esta estático, todo, absolutamente
todo está en movimiento siempre…todo cambia, para bien o para mal; todo es
cambiante. Hoy estamos, mañana no; al menos de la misma manera. Tenemos la gran
ventaja de no ser seres humanos estáticos, por lo tanto:
¿Por que continuamente nos estancamos?
David gonzález ™